Cristina Minchot

Cristina Minchot

Acababa el 2015, empezaba el 2016 y… era lo mismo que decir que entraba en los últimos meses de mi experiencia. Al principio lo llevé fatal, no paraba de repetir “esto ya se acaba” (pese a que quedaban algunos meses) y se me saltaban las lágrimas constantemente. A esto se unió la mala noticia de que el Ministerio no renovaba el convenio que tenía con la Fede y eso nos obligaba a cerrar prácticamente todos los servicios. Fueron momento muy duros pero… una vez más recibí mil lecciones de grandes mujeres y… hoy puedo decir que el proyecto, aunque no sin dificultades SIGUE.

Decidí pasar las navidades y la noche vieja en Puerto Libre, no quería irme de Ecuador y menos esos días. Días que me cargaron las pilas de una manera especial y me ayudaron a cambiar el chip y vivir y disfrutar la última etapa de una manera especial. ¡Cómo perder un minuto de disfrute con lloros!

El 2016 lo empecé con muchas ganas y energía. Fueron meses de mucho trabajo, pero también de muchas alegrías, iban saliendo los frutos de lo sembrado. Cerramos la contabilidad de las 4 primeras CACEG (Cajas de Ahorro y Crédito con enfoque de Género), y acabamos toda la serie de talleres preparados. Ya había 4 cajas totalmente formadas y mujeres con ganas de empezar su propio emprendimiento y ganar autonomía laboral y económica.

También había momentos de ahogo, ya no era tanto de tristeza por irme, si no… como de prisa, de angustia por no tener más tiempo y poder hacer más cosas antes de irme.

Esto se unía a momentos de reflexión y análisis de lo hecho, vivido, aprendido, compartido, buffff, tanto y tanto.

Ha sido indiscutiblemente la mejor experiencia de mi vida, y la más rica a todos los niveles.

Tocaba volver y antes de eso, las despedidas, solo puedo decir que muy muy duras, lloré mucho, pero sobre todo de emoción por recordar todo lo vivido, que fue muy muy grande.

Al llegar, nada fue como pensaba. Los primeros días estaba deshinchada, me faltaba energía, y estaba muy cansada, como ausente, creo que todavía estaba allí. Después llegó el aterrizaje, obligatorio, estas aquí y aquí tienes que estar a todos los niveles, aunque indiscutiblemente ya nada era igual, yo no era igual. He echado de menos aquello y a la gente que allí encontré desde el minuto uno, pero me alegro de haber vivido la experiencia, de ver el cambio que ha supuesto en mí y de lo que he aprendido.

Sigo en contacto con Ecuador, y colaborando con el proyecto lo que la distancia me permite, y también he recuperado actividades sociales que hacía antes de irme.

“¿Y ahora qué?”, “Ahora aquí”, me dijo una vez un compañero a la vuelta de una de las primeras experiencias que tuve de cooperación, pero más corta. En aquel momento yo le conteste “¿y que hago yo si no quiero estar aquí?”. No sé si será aquí o allí, o en los dos sitios, pero sí que sé que ahora soy y vivo diferente y todo gracias a esta experiencia!!!

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