Clara Beltrán

Clara Beltrán

La experiencia de voluntariado de este verano comenzó el 18 de julio con un vuelo directo a Dakar y desde allí un autobús hasta nuestro destino, Thiangaye. Como ha sido mi segunda experiencia estaba ya familiarizada con el trayecto. Además, en el viaje he contado con la compañía de Alba Casado, quien ya había estado en Senegal con Huauquipura en 2019 y decidimos volver juntas a realizar la estancia con nuestros amigos y conocidos en el pueblo de la región de Podor.

El alojamiento en Thiangaye lo proporciona Mamadou Kane, cooperante de Huauquipura y uno de los pilares fundamentales de los proyectos en la región. La casa de Kane, durante el verano, está llena de vida, familiares y niños, normalmente en los meses de verano en la casa puede haber alrededor de 10 personas. Alba y yo dormíamos en el porche exterior por el calor y cubiertas con una mosquitera.

Los desayunos, comidas y cenas los preparaban las mujeres de la casa con la ayuda de alguna joven del pueblo, y siempre a base de arroz o cuscús y con algún pescado y verduras. Los desayunos consisten en leche en polvo y nescafé disueltos en agua, un pan recién horneado no lejos de casa y chocopan, una crema de cacao con cacahuete común en la región. La vida en casa es dinámica a veces, pero durante nuestra estancia, al ser una temporada calurosa, es posible pasar horas descansando en el interior de las viviendas. También vivimos alguna tormenta, era época de agua, pero el cambio climático ha afectado al régimen de lluvias. Durante las tormentas la electricidad deja de funcionar y el pueblo está apagado.

La línea de proyectos de la Unión de Agricultores de Podor se enfoca a la agricultura y la soberanía alimentaria. En esa línea, al proyecto del primer huerto le siguió un segundo huerto y la motobomba, recientemente comenzó la construcción de un almacén para poder mantener los productos como las cebollas y no depender de importaciones, y está en construcción también un proyecto de piscicultura. Las acciones de Huauquipura no solo se desarrollan en Thiangaye, sino también en varios pueblos alrededor de la región en los que, por ejemplo, mujeres realizan queso fresco con leche de cabra, un producto difícil de encontrar en la zona, o también han desarrollado un sistema de venta de hielo hacia Mauritania atravesando el río Senegal. En esta línea, este verano un estudiante de procesos agrarios del sur de Senegal (de la zona de la Casamance) ha estado acompañando a las mujeres en el huerto con talleres y clases.

Además de Mamadou Kane, Huauquipura cuenta con dos técnicos más, Awa Kane, encargada de las formaciones del ámbito alimenticio y sanitario, así como de otras múltiples gestiones, y el tercer integrante, Malick Kane, tesorero, fotógrafo, documentalista y trabajador indispensable en el día a día de la ONG en la región de Podor. Las jornadas de trabajo en Senegal no se pueden comparar a las jornadas en Zaragoza (España). Si bien los horarios son más flexibles y la puntualidad no tan fundamental, el trabajo de Huauquipura, sus talleres y visitas, así como la labor de administración, se realiza los 7 días de la semana los 365 días al año, sin existir una clara distinción entre tiempo libre y tiempo de trabajo. Tanto Awa, Malick y Mamadou son esenciales en las experiencias de voluntariado internacional de Huauquipura. Son ellos quienes acogen a los voluntarios, les hacen sentir como en casa y les proporcionan los recursos necesarios para estar cómodos y participar en la comunidad.

Además del acompañamiento en el día a día de las mujeres agricultoras, así como tareas de ofimática con Malick en el despacho que Huauquipura tiene en la Casa de la Mujer de Thiangaye, Alba y yo participamos de forma activa a través de talleres propios de nuestras especialidades, en ámbitos en los que nos sentimos cómodas y creativas. Alba aportó formaciones desde el sector sanitario enfocadas en las mujeres, y yo acompañé las mañanas a los más pequeños en la escuela del pueblo con actividades de enseñanza de español/francés, dinámicas y juegos. Las actividades en la escuela las realizábamos por la mañana, y los talleres y las actividades con las mujeres en torno a las 17.00h de la tarde. Además de colaborar con el proyecto pudimos pasar tiempo con nuestros conocidos y amigos, pues las horas de calor son muchas así que también lo son las de descanso.

La actividad principal de las mujeres es el mantenimiento de sus hogares, pero la producción y transformación de alimentos en los campos está abriendo posibilidades a otras formas de ingresos. Alba, que estuvo hace 4 años, ha podido comprobar como la calidad de vida de algunas familias, en las que las mujeres participan de forma activa en la comunidad y en el huerto, ha mejorado.

Sin duda nosotras dejamos allí buenos amigos y unos vínculos de un valor incalculable. A día de hoy mantenemos la relación constante con muchas de las personas de allí.

 

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