David Pérez

David Pérez

Hace ya más de un año que volvimos de Senegal. En nuestro viaje por el país africano pudimos hacer una parada de 10 días en el proyecto que tiene Huauquipura en Thiangaye.

Thiangaye se encuentra al norte del país, es una pequeña aldea muy tranquila, llena de arena donde las cabras trepan por los árboles y sus habitantes se saludan en pulaar. Es un lugar donde sol te persigue sin descanso, es abrasador al medio día, pero cuando cae, lo hace por detrás de las acacias, pasando del rojo al naranja, y creando una estampa propia de los documentales. Por ahí pasa el río Senegal que separa al país de Mauritania. Esta gran masa de agua que nace en Guinea y atraviesa Mali antes de llegar a Senegal, hace que el desierto de arena cobre vida y que el cultivo sea posible en un lugar donde las tormentas más habituales, en vez de agua, son de arena.

Es aquí donde Huauquipura colabora en varios proyectos con los que capacita y dota a las mujeres tanto de Thiangaye, como de pueblos cercanos pertenecientes al departamento de Podor, de los recursos necesarios para cultivar los huertos, criar cabras y, en definitiva, acercarse poco a poco a la soberanía alimentaria de sus habitantes.

A pesar de que estuvimos muy poco tiempo, nuestras labores como voluntarios fueron de lo más variadas. La gestión de residuos en Senegal podría decirse que es inexistente, y había zonas en Thiangaye donde parecía que los residuos de plástico eran tan abundantes como los granos de arena, así que nos pusimos manos a la obra y organizamos jornadas de limpieza en las huertas, en ocasiones junto a las mujeres y niñas de la zona. También colaboramos en el mantenimiento de la zona de piscicultura, visitamos la granja de cabras y otros proyectos e instalaciones facilitadas por Huauquipura. Justo antes de finalizar el voluntariado y seguir nuestras aventuras de mochileros por el país, pudimos empaparnos de la energía y vitalidad de los más peques pasando nuestro ultimo día en la escuela del poblado, donde jugamos, cantamos y bailamos con los niños y niñas.

Aprovechar estas líneas para gradecer a Mamadou y su familia, a Agua, a Malik y a todas las personas que nos acogieron y nos hicieron la estancia tan agradable. Y, por supuesto, os damos las gracias a Huauquipura que, desde el primer momento confiasteis en nosotros y nos abristeis las puertas para colaborar con vosotras en Senegal, dándonos la oportunidad de conocer ese rinconcito tan especial de África, donde el tiempo pasa bien lento.

 

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