Iván Magdalena

Iván Magdalena

¿Cómo empieza esta historia? Empieza en una furgoneta llegando a Ricaurte (un pequeño y acogedor pueblo en medio de Ecuador). Empieza en el momento en el que entramos a la escuela Nuestra Señora del Carmen, “esta será vuestra casa este mes y medio” dijeron. No éramos conscientes de todo lo que íbamos a vivir allí, tan solo éramos dos jóvenes zaragozanos que habían decidido salir de su burbuja una vez más. Jorge y yo no éramos conscientes de las grandes personas que estábamos a punto de conocer por primera vez y que acabarían convirtiéndose en parte ya de nuestra familia.

Como todos los principios, el nuestro en la escuela fue un poco difícil (para qué mentir), al menos por mi parte. Fue un choque fuerte ver a lo que nos íbamos a enfrentar todo ese tiempo. Sin embargo, todas las profesoras que trabajaban en la escuela, Bachita (la directora), y los chicos y chicas que estudiaban allí nos lo hicieron muchísimo más fácil.

Una vez pasada la etapa de adaptación, fue cada vez a mejor. Aunque al principio no sabíamos exactamente qué es lo que íbamos a hacer allí, poco a poco nos fuimos haciendo esbozos de nuestro “proyecto”; que más que ser un programa en concreto, con actividades puntuales y objetivos marcados, se acabaría convirtiendo en un espacio de apoyo, conocimiento mutuo, aprendizaje y mucha diversión. Muchas horas en la cancha con lxs niñxs jugando a todo tipo de juegos que se nos iban ocurriendo entre todxs. Muchas horas en el patio de la escuela esperando el momento en el que alguna clase saliera del aula para poder acompañarlos a hacer ‘cualquiera que fuese la actividad que hiciesen’. En definitiva, muchas horas de actividades, de juegos, de risas, de bailes, de enseñanzas.

Pero sin duda, hay tres personitas que me conquistaron el corazón: Ronny, Joao y Henry. Los tres hermanos que podéis ver en la foto y que desde el primer momento nos recibieron con todo el amor que tienen, con la alegría que desbocan y con sus incansables preguntas de interrogatorio. Al final fueron con quienes más tiempo acabaríamos pasando; ¡y vaya tiempo! Tuvimos la suerte de compartir con ellos momentos en el huerto de la escuela, dando paseos por Ricaurte, cenando día sí y día también en su casa (porque era impensable decirles que no). Tanto ellos, como su familia, nos acabaron acogiendo como si allí mismo viviéramos y como si hubiésemos formado parte de su familia toda la vida. Tantos momentos juntos, tantas conversaciones y tanta verdad, que acabaron formando parte de mi familia para toda la vida. Y es de ellos de quienes aprendí el verdadero significado de una familia humilde, honesta y fuerte; y de todas esas lecciones que me dieron, me las llevé todas.

Para ir terminando, primero disculparme por el tono tan sentimentalista de mis palabras, pero al final qué puedo escribir de algo que tanto me marcó y tantas emociones me generó.

En definitiva, ¿quién le iba a decir al Iván de la furgoneta entrando por primera vez en la escuela todo lo que iba a suponer ese viaje? Sin duda, un viaje que durará muchos años más, porque lo que está claro es que volveré. Parte de mí se ha quedado allí, por lo que tendré que volver a por ella; y espero que pronto.

 

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