Afirmaba Nietzsche que “sin música, la vida sería un error”. Para nosotros, músicos por vocación y por convicción, es totalmente cierto. Somos un matrimonio que lleva todo su existir conviviendo con el arte de los sonidos, aprendiendo y disfrutando de su belleza, compartiéndolo a través de nuestras actuaciones públicas, y transmitiéndolo desde nuestro magisterio como profesores de piano y otras disciplinas musicales. Y siempre nos ha dado satisfacciones.
Una de ellas -muy grande- ha sido nuestra experiencia de voluntariado en el Conservatorio “Semillas Musicales” de Ayolas, en Paraguay. El destino quiso que nuestro deseo de llevar a cabo un proyecto de cooperación internacional se hiciera realidad a través de María Rubio, de Huauquipura. Disponíamos de escasas tres semanas en el mes de agosto, pero ello no supuso inconveniente para ayudarnos a culminar con éxito nuestro objetivo.
Ayolas es un paraíso a orillas del Paraná, un río que más parece el mar. Es una ciudad dentro del bosque, o casi podríamos decir que es un bosque albergando una ciudad. Su gente es sencilla, tranquila, amable… pero, ante todo, amigable y hospitalaria. Cuidan y aman sus tradiciones, entre ellas el folklore, cuya música cantan, tocan y bailan en cualquier ocasión que se presente. No ocurre lo mismo con los músicos que optan por otros estilos (como la música clásica), a los que, por falta de perspectiva, ven como gente de mal vivir y carentes de prestigio social. Es significativo que en Ayolas no haya un solo piano vertical ni de cola, y que jamás hayan gozado de un concierto de alta relevancia de música pop, rock o clásica. Además, por ser ciudad fronteriza con Argentina, es foco propicio para el tráfico de mercancías no siempre legales, como son las drogas.
Y es en este desierto musical donde Cecilia Guerrero y Pepe Ríos, un matrimonio de misioneros ecuatorianos, crearon un oasis para hacer de la música un proyecto social, acogiendo a jóvenes de todas las edades y condiciones -incluso con discapacidades- con el único propósito de mejorar sus vidas. Comenzaron con la campaña “¿Para qué drogas si hay música?”, y desde ese momento han buscado educar en valores a sus estudiantes a través de los que conlleva la propia música: trabajo, disciplina, respeto, participación, compañerismo, apoyo, colaboración, superación, unión, ayuda, amistad…
A petición de Cecilia y Pepe, nuestras labores en Ayolas fueron la promoción, proyección y dignificación de la música a partir de nuestra experiencia y de nuestro proyecto de vida basado en ella. Para ello hicimos conciertos pedagógicos en varias escuelas; charlas con los alumnos de mayor edad con el fin de escuchar sus inquietudes y transmitirles nuestra experiencia musical, incluso para darles a conocer nuevas vías de trabajo en el estudio de la música; charlas para sensibilizar a los niños y a sus familias de la importancia y los beneficios de la música; entrevista-concierto en Radio Misiones, con la interpretación de piezas para piano a 4 manos. También llevamos a cabo un refuerzo en las clases del propio Conservatorio y planificamos el proyecto de final de curso del centro, pensado para que pudieran participar en él todos los estudiantes. Por último, tratamos de reforzar la valoración de sus capacidades (que son muchas) y aumentar su estímulo personal, ya que, por sus propias connotaciones culturales, carecen en ocasiones del necesario empuje.
A cambio compartimos intensas vivencias, recibimos su amistad incondicional, su cariño y su hospitalidad, conocimos otra forma de enfocar la música, aprendimos a valorar cuanto tenemos, y pudimos contemplar y admirar en Cecilia y Pepe una vida de entrega hacia los demás. En definitiva, hemos recibido mucho más de lo que nosotros les hayamos podido dar. Y, por si fuera poco, hemos ganado la amistad imperecedera de Cecilia, Pepe y toda su familia.
Mil gracias a María, a Cecilia y a Pepe por entender nuestra inquietud, atender nuestra solicitud y favorecer el encuentro y la maravillosa experiencia. Creemos que la música es susceptible de cambiar a las personas y, por tanto, de cambiar el mundo, y hemos visto un buen ejemplo de ello en la encomiable labor del Conservatorio “Semillas Musicales” de Ayolas.