
Es difícil describir con palabras lo que ha significado para mí el voluntariado internacional de Huauquipura en Ecuador. Puedo decir que está entre mis mejores experiencias vitales, con diferencia. Ecuador ha sido para mí como un regalo, un chute de vitalidad en el momento en el que más lo necesitaba, una experiencia que me ha abierto los ojos y también nuevas posibilidades, tanto personales como profesionales. Mi primer viaje sola, al otro lado del charco, solo me ha aportado cosas buenas, a pesar de marcharme de la FMS (Federación de Mujeres de Sucumbíos) con el corazón dividido en dos y los ojos inundados en lágrimas.
La llegada a Sucumbíos no fue fácil: más de dos días para llegar a mi destino debido a las condiciones meteorológicas. Solo vi el sol tres días en toda mi estancia, pero la lluvia constante de la Amazonía, lejos de deprimir, revive. Nada más llegar a la FMS me trataron como a una más de la familia. A pesar de ser la única voluntaria, me acogieron con amabilidad y cariño todas y cada una de las personas con las que coincidí en esta maravillosa experiencia.
Trabajé durante toda mi estancia en Casa Amiga, con mis compañeras Zory y Karo. Fue todo un regalo trabajar y aprender de ellas. Casa Amiga es un albergue para mujeres víctimas de violencia de género y pertenece al ámbito de la erradicación de la violencia hacia las mujeres de la Fede. Mi labor diaria consistía en colaborar con Zory en la ludoteca, un espacio seguro, lúdico y educativo para les hijes de todas las mujeres que viven en el albergue de Casa Amiga. También participé como educadora en las colonias vacacionales que se realizaron en la Fede, donde acudieron niñxs y jóvenes tanto de Casa Amiga como de Puerta Violeta, el otro espacio que forma parte del ámbito de erradicación de la violencia, ubicado en el centro de Lago Agrio. Por primera vez en mucho tiempo me levantaba temprano por las mañanas con ganas de llegar a la ludoteca o a las colonias, y empaparme del amor, vitalidad y cariño que todxs y cada unx de lxs niñxs que conocí me transmitieron. Por eso, mi corazón se partió y esa mitad que me falta se quedó con ellxs. Como profesora, empaparme de las ganas de aprender que lxs niñxs de la ludoteca mostraban cada día me conmovió y me llenó de vitalidad y entusiasmo hacia mi trabajo y hacia nuevas posibilidades profesionales y vitales. Las clases de computación, los juegos con letras, palabras y números que practicábamos para mejorar y fortalecer el proceso de alfabetización e inserción en el sistema educativo de todxs esos niñxs… Fueron experiencias que me hacían levantarme cada mañana con ganas de llegar, quedarme y disfrutar a su lado.
Además de todo lo relacionado con el voluntariado y el contexto laboral, Ecuador me ha enamorado. Realizar un voluntariado como este implica viajar de forma responsable y cercana a la cultura que te rodea, lejos del turismo convencional. Conocer la Amazonía y la Sierra de Ecuador ha significado enamorarme todavía más de la Naturaleza. Desde Cuyabeno, con su frondosa y salvaje selva, hasta Quito y Otavalo, con sus imponentes volcanes nevados, pasando por la unicidad y singularidad de Lago Agrio, todo consigue recordarte que la belleza del mundo todavía existe y que, además, podemos disfrutar de ella a cada paso, conociendo personas maravillosas en el camino.
En definitiva, realizar el voluntariado internacional con Huauquipura ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Vuelvo enamorada de Ecuador, de su gente, y, sobre todo, del gran trabajo y esfuerzo que realizan cada día todas las personas que forman parte de la Fede, luchando para que nuestra sociedad sea más igualitaria y justa. Pude observar con mis propios ojos cómo mujeres con pasados oscuros luchan cada día para resurgir, sacar adelante a sus hijxs y reconstruir sus vidas. Ha sido todo un privilegio aprender cómo funciona la Fede y todo lo que se hace para conseguir ese ansiado futuro, beneficioso para todes.