Alba Casado

Alba Casado

¡Hola! Mi nombre es Alba e imagino que si estás leyendo esto es porque te pica la curiosidad de hacer un voluntariado o conocer mejor Huauquipura. Así que te cuento un poquito mi caso para animarte. Infórmate y anímate, seguro que no te arrepientes.

A mí se me presentó la oportunidad de hacer unas prácticas de un Máster de Cooperación de la Universidad de Zaragoza en un proyecto que lleva Huauquipura en Senegal y allá que me decidí a ir. Desde España, cuando cuentas que te vas a Senegal las reacciones que te encuentras son de asombro e incluso alguna de miedo, “¿Qué se te ha perdido allí?” me llegaban a decir… Yo sabía que no se me había perdido nada pero que seguro que encontraba mucho que llevarme de vuelta en la maleta.

El proyecto que tiene Huauquipura con su contraparte, UAPP (Unión de agricultores y productores de Podor, Senegal), es un proyecto de producción agropecuaria, empoderamiento de las mujeres y mejora de la salud (se puede consultar más info en la web si te interesa). Así, a bote pronto, no me imaginaba muy bien qué iba a hacer exactamente, pero una vez allí descubrí que no era importante lo que yo hiciera sino conocer lo que ellas hacen. Ellas, las mujeres, que entre varias asociaciones dedican parte de su tiempo al cultivo de tierras para consumir los alimentos después en casa, y que además asisten a talleres de salud y nutrición materno-infantil.

Cuando llegué a Thiangaye, al norte de Senegal, me recibieron Carlos, un compi que ya estaba allí de voluntario y Malick, como representante de la asociación local. Aunque en la región donde se ubica el proyecto se habla poular, nos entendíamos bastante bien en francés, a pesar de que no todxs lo hablan, tanto así que muchas veces nos tocaba asentir y hacer gestos porque no entendíamos una palabra de poular. Era bastante divertido y al final siempre teníamos a Malick que nos traducía y nos salvaba de unas cuantas. Hicimos buen team con la gente del equipo, conocimos los proyectos, echamos una mano en las actividades diarias y conocimos las historias personales de muchas mujeres, de sus familias y de varias poblaciones.

Aunque personalmente creo que el contexto es un poco complejo por el clima (digamos que hace bastante calor en verano) y por la situación socioeconómica, las personas que conocí hicieron el camino infinitamente grato. Para empezar la gente que forma Huauquipura, que te informa previamente y te apoya en todo momento. También a la vuelta, cuando más descolocada puedes volver. Por otro lado, la familia inmensamente hospitalaria con la que conviví durante la estancia. Batour, la niña de 6 años me enseñó sus costumbres y algo de poular para principiantes. Le encantaba venir a despertarme a horas intempestivas para seguir jugando. Y su madre, Shikake, que hablaba bien francés, me trató siempre con un cariño tremendo. El equipo de la UAPP se desvivió por ayudarme y enseñarme su trabajo diario. Gracias a ellxs y otras personitas súper majas pude sentir la “teranga” senegalesa, incluso ¡me invitaron a una boda! También me dio tiempo a viajar un poquito por el país y visitar a nuestro amigo Moussa que estaba en la ciudad de Saint Louis colaborando en otro proyecto.

He vuelto agradecida por todo lo vivido, y aunque suene muy tópico, me quedo sin duda con las personas, de allí, de aquí, de todos los caminos, y con las mujeres especialmente, porque el mundo actual no está hecho para todxs igual. Mil gracias a todxs.

 

 

 

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